viernes, 3 de octubre de 2008

Los pobres chinos del Barrio Chino

OPINION
Por Santiago Estrella Veloz
El autor es periodista

Es difícil que en las crónicas policiales de nuestros medios de comunicación usted encuentre el nombre de un ciudadano chino asociado a actos de delincuencia. Cuando suele aparecer alguno, es porque ha sido víctima de un asesinato o un asalto, nunca por ladrón o criminal.
Esto quiere decir que en la República Dominicana, la casi totalidad de los ciudadanos chinos que en ella viven se acogen a la Ley, dedicándose exclusivamente al trabajo, a las artes o a la literatura, en cuyos casos se trata de descendientes de chinos. Unos instalan supermercados, otros hoteles o moteles, bodegas, comedores económicos, relojerías o ventas de productos asiáticos., bares y restaurantes, etc.

En esta capital, los negocios de esos chinos estaban aislados en varios puntos de la avenida Duarte, hasta que un día decidieron impulsar un proyecto para construir un Barrio Chino que fuera orgullo de propios y extraños. Surgió así una Fundación llamada Flor para Todos, que se ocupó de las principales tareas para organizar el Barrio Chino.

Hubo que esperar dos años para que la ayuda del Gobierno se sumara a la disponibilidad económica de los participantes del Barrio Chino, para que por fin fuera inaugurado. Hubo primero que desalojar a los vendedores ambulantes, situación de la que se aprovecharon muchos avivatos, pero además fue necesario darles "la ración del boa", construyéndoles modernas casetas a las que todavía no se acostumbran.

El Barrio Chino, inaugurado por fin, arrancó con todo su esplendor y con muchas ilusiones. Pero entonces vino el Ayuntamiento del gran Santo Domingo y prohibió los parqueos frente a los negocios del Barrio Chino, lo que limita la visita de los potenciales compradores.

El Ayuntamiento insiste en que los clientes dejen sus vehículos en las calles laterales, usualmente llenas, donde pueden ser víctimas de ladrones, precisamente en un sector donde abundan como la verdolaga.

El argumento del Ayuntamiento es que estacionar autos en la avenida Duarte "afea el entorno", o da paso a la arrabalización, como si no sucediera lo mismo en las calles laterales, generalmente llenas de basura. En la avenida Mella, que es mucho más estrecha que la Duarte, que es doble, supuestamente está prohibido el estacionamiento. Sin embargo, vaya usted a ver si es verdad. Hasta ahora yo pensaba que era a Obras Públicas a quien correspondía determinar una prohibición como la comentada, porque he visto sus letreros en calles y avenidas donde se indica lo que está prohibido. Pero ahora sé que también el Ayuntamiento tiene parecidas potestades.

Entre ellas parece que no está solucionar problemas, que abundan en la ciudad y que sí le atañen. No, la vaina es contra el Barrio Chino. Los dueños de negocios han hecho llamados, casi suplicantes, para que se permita el estacionamiento al frente de sus negocios, sobre todo cuando se trata de clientes. Pero nada: el Ayuntamiento no cede. Se sugiere que los chinos hagan parqueos soterrados en las cercanías, algo que debió hacer el Ayuntamiento. Habría que ver cuáles áreas están disponibles y cuántos millones de pesos costarían esos parqueos soterrados, que dicho sea de paso, en el caso de iniciarse, no estarían listos de la noche a la mañana.

La última protesta de los chinos ha sido cerrar sus negocios, pues están hartos de verlos vacíos desde por la mañana hasta por la noche.

¿No es la disposición municipal una burla a ciudadanos trabajadores, inversionistas serios que mejor podrían ayudar a atraer a otros inversionistas de su misma nacionalidad? ¿No es una forma de negar la posibilidad de que crezca el turismo interno y externo hacia el Barrio Chino, que por ser tal despierta la curiosidad? ¿No atenta esto contra el libre comercio? ¿Por qué los empresarios dominicanos no dicen nada?

A los chinos del Barrio Chino se las han puesto en China. Tremenda forma de incentivar la inversión de capitales: poniéndoles trabas.

No me cabe la menor duda de que alguien sugerirá al Presidente Leonel Fernández que deje a un lado tareas más importantes para que busque una solución al caso del Barrio Chino, como si no hubiera funcionarios que puedan asumir esa responsabilidad.

No tengo amigos ni intereses en el Barrio Chino. No soy descendiente de chinos, aunque sí soy amigo de muchos de esos admirables ciudadanos. Pero me duele este abuso, como también lamento no ir de visita al Barrio Chino, pues no voy a dejar en calles laterales mi preciosa y abollada Hummer-Zita de tres pistones, no vaya a ser que se la lleven en una carreta tirada por un caballo, de tan chiquita que es.


santiagoestrella2000@yahoo.com

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