viernes, 5 de marzo de 2010

LA PUSIERON EN CHINA


4 Marzo 2010, 11:22 AM
Al día
Escrito por: Juan José Ayuso (buenapila@yahoo.com)

“La pusieron en China”

(Y 2)

Con cierta participación del gobierno del Estado, el barrio chino se levantó y constituye uno de los atractivos de la ciudad, aparte de que es un centro de generación de empleos y de comercio importante para la economía local.

Hasta que el Ayuntamiento fabricó un “problema” con el asunto del aparcamiento de los automóviles que visitan el sector. Un “problema” cuya causa ha sido crearlo y que por tanto no pueda resolverse.

El aparcamiento en el barrio chino no provoca taponamiento de tránsito y menos accidentes pero el Ayuntamiento y sus autoridades no lo entienden así. Se han propuesto fabricar el “problema” y, como resultado, la gente que lo visita no tiene dónde dejar sus vehículos.

Y empiezan a reducirse sin razón real sino creada las visitas al sector y a bajar el nivel de los negocios y a amenazarse una fuente de generación de empleos y de actividad económica.

Los chinodominicanos del barrio y criollos que lo visitan y lo apoyan han desplegado acciones cívicas a fin de lograr que el Ayuntamiento razone y permita el aparcamiento de vehículos en esas calles.

Como no se les hace caso alguno, ahora tienen la intención de reunir un millón de firmas para calzar otra petición al síndico Roberto Esmérito Salcedo Gavilán, a ver si el número de firmantes, y la vecindad de las elecciones congresuales y municipales, le abren el ojo al excomediante y productor de televisión, creador de un personaje que se conoció por la onomatopeya de “Fuíquiti”, que le quedó como apodo .

Por estos días, cuando a una persona o grupo de ellas se les presenta un problema de difícil o imposible solución, suele decirse que “se la pusieron en China”.

No porque los chinos sean especialistas en crear problemas sino por lo lejos que se encuentra el país antípoda.

Y allá mismo le ha puesto el síndico Salcedo la solución del problema a los chinodominicanos del barrio porque, como se ha repetido en la columna, el problema del aparcamiento no es real sino creado, inventado sólo por “gadejo” de la autoridad municipal a representativos de una comunidad laboriosa y del mejor modelo de convivencia.

No parece que la gente del barrio chino encuentre mucha dificultad para lograr el respaldo de un millón de capitaleños y otros dominicanos a fin de que el Ayuntamiento entienda que el barrio chino no presenta problema alguno sino, antes al contrario, varias soluciones a problemas de generación de empleos y de actividad económica.

Además de aportar rasgos de una cultura milenaria que enriquece a la dominicana.

JUAN JOSÉ AYUSO*FLOR PARA TODOS*BARRIO CHINO DE SANTO DOMINGO

LOS CHINOSDOMINICANOS

Al Día





Escrito por: Juan José Ayuso (buenapila@yahoo.com)

Los chinodominicanos

( 1)
Los primeros conocidos “a nivel nacional” fueron “los chinos de Bonao”.
Eran los dueños de un parador,
escala obligada en los viajes de Santo Domingo al resto del Cibao.
Se contaba que un cibaeño llegó al mostrador y pidió a uno de esos orientales
“un pai de crema” y que el solícito dependiente regresó
con dos cigarrillos Cremas en un platito.
Lo que el criollo solicitaba era un “pie”,
una exquisitez de la repostería cuyo nombre en inglés se pronuncia “pai”.
Como los cibaeños hablan con la “i”, el chino entendió que era un “par” y no un “pie”.
En el aspecto doméstico, los capitaleños de los años cuarenta, cincuenta y sesenta estaban acostumbrados a los chinos, quienes también fundaron restorantes como el Mario, donde se inventó el chicharrón de pollo pero eran más abundantes sus lavanderías.
En el centro de la zona colonial, la presencia semanal de Luis “El Chino” en busca de “la lopa” era habitual en hogares de clase media. (Los chinos tienen problemas con la pronunciación de la “ere”, que cambian por “ele”, y de ahí “lopa” y no ropa).
Durante esos decenios y aún antes, los integrantes de la colonia china no se mezclaban con los dominicanos más que para los tratos de sus negocios.
Después de los años sesenta, con la democracia que empezó tras el ajusticiamiento del tirano Rafael Trujillo, empezó a haber chinodominicanos, hijos de chinos con criollas y de criollos con chinas.
Y así, hasta que poblaron también las aulas técnicas, las primarias, secundarias y universitarias, y el ejercicio de todas las profesiones que se conocía en esos años. Y la integración empezó a completarse.
Había un refrán, para referirse a casos de difícil curación, que afirmaba que tal o cual enfermedad no la curaba “ni el médico chino”. No se sabía cuál era el origen de la sentencia popular, ni quién había sido aquella eminencia oriental de la medicina, pero ya en los años cincuenta, como de los sesenta en adelante, cada vez hubo más médicos chinodominicanos, y el adagio cayó en desuso.
En estos últimos años, Rosa NG y un grupo de inmigrantes y de criollos decidieron levantar un barrio chino en un lugar de la avenida Duarte, que fue siempre sector de negocios de orientales en las ramas de alimentos, colmados y supermercados, tiendas de ropa y mercería y, por supuesto, lavanderías.


JUAN JOSÉ AYUSO, JUAN JOSÉ AYUSO, JUAN JOSÉ AYUSO, JUAN JOSÉ